lunes, 29 de julio de 2013

Francisco en Río de Janeiro: mensaje cristocéntrico ¿liturgia evangélica?








Si nos atenemos estrictamente a los gestos y a los mensajes del papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud desarrollada en Río de Janeiro, podemos afirmar, sin titubeos, que esos mensajes fueron plena y claramente cristocéntricos. Permanentemente habló de Jesús e instó a los jóvenes al discipulado y a la evangelización. Usó, inteligente y creativamente, las imágenes futbolísticas en expresiones como “ir al frente”, “ser protagonistas” , dejar de “balconear” y “salir a la calle” para dar testimonio del Evangelio.
Por otro lado, llamó la atención la liturgia utilizada. Incluyó testimonios de cambios de vida, de “conversiones”, de “milagros” y los cánticos en su gran mayoría fueron festivos y celebratorios. Estos aspectos de la magna celebración de la misa y de la vigilia de oración, merecen ser tenidos en cuenta por dos razones: una, porque marcan un cambio bastante pronunciado con respecto al papado de Benedicto XVI que reivindicó el latín en celebración de la misa y otra, muy importante, porque denotan cierta mimetización del culto evangélico y, sobre todo, pentecostal y neopentecostal, abundante en canciones, danza, fiesta, con testimonios de cambios de vida y llamados a la conversión o a la consagración.

Es aquí donde habría que reflexionar profundamente. Porque si la liturgia católica romana adopta, consciente o inconscientemente, los rasgos propios del espectro evangelical y, sobre todo, pentecostal y neopentecostal -adopción legítima por cierto- ello implicaría que entonces lo que hacen esas iglesias en términos de discurso, testimonios y liturgia no es tan malo ya que puede tornase de alguna manera en un modelo a imitar. Lo segundo, y más inquietante, esa aparente mimetización del culto de los evangélicos y pentecostales implicaría que la Iglesia Católica Apostólica Romana debería revisar ciertos documentos que a la luz de esos hechos resultan anacrónicos. Nos referimos, en particular, al Dominus Iesus elaborado por el entonces Cardenal Ratzinger, que en su parte medular sobre la eclesiología niega el carácter plenamente eclesial de las iglesias surgidas en la Reforma y, naturalmente, de las iglesias evangélicas y pentecostales. Es de esperar que el papado de Francisco que ha comenzado de modo tan auspicioso, profundice las transformaciones que hasta ahora se han visto en el discurso y en la liturgia. Esos cambios deberían conducir a un ecumenismo que reconozca nuestra unidad en Cristo dentro de la diversidad en el modo de ser iglesia en un mundo atravesado por el pluralismo y el diálogo interreligioso. 

Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, Buenos Aires, 29 de julio de 2013. Publicado también en Ecupress. 

lunes, 22 de julio de 2013

La creación levanta su cabeza para contemplar el nuevo mundo
Iglesia y ecología
Alberto F. Roldán






El problema ecológico es un fenómeno en cierto modo reciente en la historia de la humanidad.  Surge a partir de la constatación de que los recursos naturales no son renovables ni inagotables. Una de sus causales radica en la industrialización indiscriminada, en la cual no se toman en cuenta sus consecuencias humanas y ambientales o lo que hoy se denomina: “daños colaterales”. El ser humano occidental, influido por falsas ideas con aparente fundamentación bíblica, hizo que explotara la naturaleza considerándola un bien manipulable a su antojo. Decimos “aparente”, porque todo se origina en una falsa interpretación del mandato bíblico: “llenen la tierra y sométanla” (Génesis 1.28 NVI). La lectura que se hizo de ese mandato derivó en que un dominio explotador antes que en una mayordomía responsable.
Una correcta lectura del testimonio bíblico muestra claramente que Dios pone al ser humano en la tierra para que sea su administrador de los recursos para el bien de toda la humanidad. La tierra sigue siendo propiedad de Dios (Salmo 24.1) y es dada por Él a los seres humanos para que la administren sabia y responsablemente. El Antiguo Testamento incluye algunas leyes para que el pueblo de Dios cuidara la tierra. En Levítico 25 se establece lo siguiente:
“Durante seis años sembrarás tus campos, podarás tus viñas y cosecharás sus productos; pero llegado el séptico año la tierra gozará de un año de reposo en honor al SEÑOR. No sembrarás tus campos ni podarás tus viñas; no segarás lo que haya brotado por sí mismo ni vendimiarás las uvas de tus viñas no cultivadas. La tierra gozará de un año completo de reposo.” (vv. 3-5 NVI).
La disposición divina denota claramente que la tierra debe ser cuidada, que necesita reposo, que no es un bien inagotable y mucho menos un objeto a explotar. Hoy por hoy asistimos al problema de una industrialización que no admite límites y a un uso indiscriminado de la tierra, la cual es sometida a monocultivos que traen sus consecuencias a mediano y largo plazo.
Todo esto es preciso que sea analizado desde una óptica teológica en la cual siempre debe privilegiarse la vida en todas sus manifestaciones. Bien dice el teólogo reformado Jürgen Moltmann:
“Hay que examinar detenidamente toda propiedad humana, en especial la gran propiedad industrial y los medios de transporte, en función de su incidencia medioambiental. Todo cuanto dañe o destruya el medio ambiente natural ha de ser restringido o suprimido totalmente. […] Es preciso desenmascarar como ‘antinatural’ e ‘insano’ el modo de vida, propio de los países desarrollados, que produce tantos residuos, y reformarlo a favor de un modo de vida más natural.” (La justicia crea futuro, pp. 26-27).
Estas recomendaciones corresponden a la función profética de la Iglesia que debe señalar no sólo las injusticias que se cometen en la relación persona a persona, es decir, intersubjetiva, sino también desde los seres humanos hacia la creación, ya que entre los seres humanos y la creación existe una relación inextricable y vinculante. Con gran agudeza y visión profética, San Pablo escribe:
“La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firma esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios.” (Romanos 8.19-21).
Cuando en los años 1980 intenté hacer una tesis a partir de este pasaje paulino, recuerdo que no encontré demasiada bibliografía para el tema. Hoy por hoy, el problema ecológico es una realidad global que ya nadie puede negar y, por supuesto, la bibliografía sobre el tema se ha multiplicado. ¿Qué nos dice el pasaje transcripto? Pablo afirma que el pecado humano no sólo ha afectado al individuo sino a la sociedad en su conjunto y aún a la creación (lo que muchos no creyentes denominan “Naturaleza”). La creación en su conjunto ha sido sometida a frustración y a una corrupción que la esclaviza. Pero esto no es definitivo. Si bien Dios ha determinado que, como consecuencia del pecado humano la tierra produzca “espinos y cardos”, hay esperanza de un futuro mejor. La creación experimentará un día la libertad gloriosa que corresponde a los hijos de Dios. En otras palabras, una vez que los hijos e hijas de Dios experimenten la redención de sus cuerpos, también la creación que hoy “levanta su cabeza” para contemplar la redención final: el nuevo mundo. No en vano las promesas de Dios incluyen no sólo un cielo nuevo, sino también una tierra nueva (2 P. 3.13; Ap. 21.1).
La Iglesia es responsable ante Dios por el cuidado de la creación. Esa misión consiste, entre otras dimensiones, en hacer oír su voz profética toda vez que se explote la tierra, sin considerar las nefastas consecuencias, la contaminación y la muerte que ello produce. Pero tiene también una función docente y ejemplar, en el sentido de formar ciudadanos y ciudadanas responsables del cuidado del medio ambiente. Debemos confesar que no fueron los cristianos y cristianas que formularon las voces de advertencia sobre el problema ecológico. Más bien, el problema fue señalado desde ámbitos orientalistas. Es hora de que la Iglesia tome conciencia de que su misión no se reduce a “salvar almas y llevarlas al cielo lo antes posible”, sino que incluye la transformación de las personas en todas sus dimensiones y el cuidado de la creación. El propósito de Dios es cósmico e incluye la reconciliación de todas las cosas del cielo y de la tierra, en Cristo (Colosenses 1.20).  Mientras aguardamos con anhelo la llegada del nuevo mundo de Dios somos responsables del cuidado de este viejo mundo en el cual Dios nos ha colocado para administrarlo para Su gloria y el bien de toda la humanidad.


miércoles, 17 de julio de 2013

Fue presentado en Bahía Blanca el libro: JOSÉ MIGUEZ BONINO: UNA TEOLOGÍA ENCARNADA

Por Aníbal Sicardi.
Bahía Blanca.
Las apasionantes y complicadas décadas del 60 y 70 del siglo pasado, fueron el marco histórico utilizado por el Dr. Alberto Roldán para contextualizar  las líneas directrices que desarrolla en su libro “José Míguez Bonino: Una Teología Encarnada” que se presentó como primicia en la Iglesia Metodista Central de Bahía Blanca el lunes 15 de julio.
La ubicación histórica resulta fundamental para entender las definiciones de Míguez Bonino y su proposición del evangelio “encarnado” en la vida humana. Roldán trajo a colación la ponencia del teólogo metodista en el II Encuentro de la Fraternidad Teológica Latinoamericana realizado en Lima  en diciembre de 1972, titulada “El Reino de Dios y la historia”.
“Su punto de partida fue una cuestión inquisitiva” comentó Roldán cuando Míguez Bonino afirma que “entender la presencia activa del reino en nuestra historia es que podamos adecuar a ella nuestro testimonio y acción, particularmente en esta hora concreta de América Latina en que nos ha sido dado profesar nuestra fe y servir”.
El Director de Posgrado del Instituto Teológico FIET apreció “que de esta manera el Reino se lo discierne y descubre no a partir de elucubraciones y planteos teóricos sino en la obediencia activa en pro de la justicia y la paz que el Reino trae” y que “lo decisivo radica en como cada uno de nosotros nos involucramos obedientemente en el aquí y ahora de nuestros pueblos”
El disertante especificó que esa ponencia “fue la más debatidas de todas”, afirmación que el auditorio comprendió cuando Roldan ilustró que en esa presentación  Míguez Bonino “hace su propia opción ideológica por el socialismo ya que el involucramiento social, político y económico demanda salir de una ´supuesta situación neutral o esquema abstracto´ e implica la toma de posición ideológica con todas las limitaciones y contradicciones que pudiera tener”
El autor del libro amplió la contextualización histórica  al informar que en esa época se encontraba con vigor el movimiento “Cristianos por el socialismo” y también el aspecto teológico en cuanto a la toma de posiciones, “en obediencia al Reino”, con sus limitaciones y aspectos controvertidos.
Por un lado se asoció en criticar el equívoco “de que se puede ser aséptico en la interpretación de la Biblia y que siempre hay posturas tomadas detrás cada posición” y que esa “fragilidad” en las decisiones se  encuentra en el centro mismo de “la encarnación”, “el Dios hecho humano mostrando su debilidad”. Concepto que décadas después expondría el filósofo italiano Gianni Vattimo a  partir del “vaciamiento de Dios” (kenosis) en Filipenses capítulo dos y desde el cual se atreve a desmitificar la moral, recrear el concepto de secularización y sorprender con la consigna  de “creer que se cree”
Resultó significativo que al mencionar las influencias de pensadores sobre Miguez Bonino, además de Karl Barth, Roldán mencionara a Paul Tillich, el de la relación fe y cultura, actualmente poco leído en facultades y seminarios teológicos, y al filósofo Paul Ricoeur.  
Sobre Ricoeur apuntó en dos cuestiones. Una de ellas en la metodología. Al preguntarse sobre “¿Qué rasgos principales tiene la teología de Míguez Bonino” sostuvo que “Es una teología reflexiva” comparando su estilo al de Ricoeur “cuya filosofía se caracteriza por la reflexión sobre diferentes corrientes” Así Míguez Bonino “profundiza e indaga sobre lo ya escrito, a los fines de recontextualizar el pensamiento teológico” siendo de esa forma una teología “interrogativa antes que asertiva”  abrevando “en los filósofos clásicos, como Platón y Aristóteles y en los máximos exponentes de la filosofía política como Maquiavelo, Hobbes, Marx y la escuela de Frankfurt”
En esa instancia el orador creyó conveniente esclarecer que la teología de Míguez Bonino “no es la que se conoce como sistemática con un tomo uno, un tomo dos sino que tiene otras formas de exposición”  
Roldán se introdujo en un tema para meditar y que surge desde su propia afirmación cuando sostuvo que “debemos romper con los moldes que heredamos desde la teología europea” por  lo que cabe preguntarse si en la exposición teológica no debemos abandonar esa proposición de la “sistemática” y apuntar en la metodología vivencial de Míguez Bonino que Roldán la asocia a la de Juan Luis Segundo. El relato, la crónica, la novela son géneros esenciales en el pensamiento latinoamericano y por medio del cual se redescubre al Dios Escondido, como lo demuestran los trabajos de Luis Rivera Pagán de Puerto Rico.  Sabido es que utilizar determinada metodología es entramparse en la lógica que impone ese sistema.
El otro aspecto de Míguez Bonino similar al de Paul Ricoeur es que al igual que el filósofo, del cual en este 2013 se celebran los cien años de su nacimiento,  “se proponen pensar y dialogar”.
“Paul Ricoeur. Los sentidos de una vida” es el título de una  biografía sobre el filósofo escrita por el profesor FrancoiseDosse, historiador y epistemólogo francés. Dosse explica que el título “Los sentidos de una vida” se fundamenta en que ”hay una pluralidad  de sentidos. Ricoeur es un filósofo del diálogo. Sus sentidos son de naturaleza diferente y muy plural…nunca hay un sentido monovalente, totalizador, totalitario, hay una especie de pluralidad de los seres”
Por su parte Roldán especifica que “El método y estilo con que Míguez  Bonino ha escrito su teología es utilizando fórmulas y avanzando proposiciones un tanto desprotegidas y cuestionables, destinadas más a invitar a un diálogo comprometido de articulaciones divergentes”
Roldán tuvo cuidado de mencionar la importancia de La Trinidad en el pensamiento de José Míguez Bonino, aspecto de poca o ninguna referencia  en quienes se preocupan por dar a conocer las posiciones del pastor metodista. El autor del libro “Una teología encarnada” rescata que Míguez Bonino coloca la Trinidad ”como criterio hermenéutico de una teología latinoamericana” es decir, subraya la misión desde la comprensión trinitaria.
 Resumió en tres aspectos lo que expresa el que fue el único observador protestante latinoamericano en Vaticano II. ”La Trinidad como la expresión de lo que la Escritura revela acerca de la historia de Dios con su pueblo; enfatiza que la prioridad de las personas de la trinidad es la comunión y que el Dios trino es el que actúa siempre en el mundo concertadamente como Padre, Hijo y Espíritu Santo”   

El libro “José Míguez Bonino: Una Teología Encarnada” tiene  como autores a Alberto F. Roldán y David A.Roldán. Fue publicado por SAGEPE Editores. Sandra Pedace estuvo a cargo de la edición y Diego Barletta es responsable de la Ilustración de la Portada que incluye una distinguida caricatura de José Míguez Bonino.+ (PE)